Selección de textos para una velada de oración
"Serás la alabanza de su gloria"
Carta 269 a su hermana, Guite, abril de 1906
"Te dejo mi devoción hacia los Tres, al “Amor”. Vive con ellos dentro, en el cielo de tu alma ; el Padre te cubrirá con su sombra, poniendo como una nube entre ti y las cosas dela tierra para conservarte toda suya, El te comunicara su poder, para que ames con un corazón fuerte como la muerte ; el Verbo imprimirá en tu alma, como en un cristal, la imagen de su propia belleza, para que seas pura con su pureza, luminosa con su luz ; el Espíritu Santo te transformara en una lira misteriosa, que en el silencio, con su toque divino, entonara un magnifico canto al Amor ; entonces serás “la alabanza de su gloria”, lo que yo había sonado ser sobre la tierra. Tu me reemplazaras ; yo seré “Laudem gloriae” delante del trono del Cordero, tu “Laudem gloriae” en el centro de tu alma ; hermanita, esto será siempre la unidad entre nosotras. Cree siempre en el Amor. Si tienes que sufrir, piensa que eres mas querida aun, y da gracias siempre."
El sueño de Isabel: ser transformada en Jesús Cristo
Carta 324 a Germana de Gemeaux, octubre de 1906
"Preveo que el Maestro no tardara mucho a venir a buscarme. Gusto, experimento alegrías desconocidas. ¡ La alegría del dolor qué suave y dulce es… ! Antes de morir abrigo la ilusión de ser transformada en Jesús crucificado, y esto me da mucho animo en el sufrimiento… Hermanita, nosotras no debiéramos tener otro ideal sino conformarnos con este Modelo divino. Si supiese la felicidad inefable que goza mi alma pensando que el Padre me ha predestinado para ser conforme a la imagen de su Hijo crucificado… Animo, miremos al Crucificado y conformémonos a esta imagen divina."
"Llama a tu hermanita..."
Carta 342 a Carlos Hallo, noviembre de 1906
"Mi hermanito, Antes de irse al cielo, tu Isabel quiere decirte una vez mas su afecto y su proyecto de asistirte, día tras día, hasta que te juntes con ella en el cielo. Quiero, Carlos querido, que sigas las huellas de tu padre, con aquella fe robusta que hace que la voluntad sea siempre fiel. Tendrás que sostener luchas, hermanito mío, encontraras obstáculos en el camino de tu vida, pero no te desanimes, llámame. Si, llama a tu hermanita, así aumentaras la felicidad de su cielo: ella será muy feliz ayudándote a triunfar, a permanecer digno de Dios, de tu venerado padre, de tu madre, a quien debes llenar de alegría. No tengo fuerzas para dictar estos últimos deseos de una hermana que te ama mucho. Cuando esté cerca de Dios recógete en la oración, y así nos volveremos a encontrar todavía mejor. Te dejo una medalla de mi rosario, llévala siempre en recuerdo de tu Isabel, que te querrá todavía más en el cielo."
"Marque todo con el sello del amor"
Carta 333 a la Señora de Bobet, fin de octubre de 1906
"A la luz de la eternidad el alma ve las cosas tal como son ; ¡ Oh ! ¡ Qué vacío es todo lo que no se ha hecho por Dios y con Dios ! La suplico : marque todo con el sello del amor. Solo esto permanece. ¡ Qué cosa tan seria es la vida ! Cada minuto se nos da para “enraizarnos” más en Dios, según la expresión de San Pablo, para que el parecido con nuestro divino Modelo sea más llamativo, la unión mas intima. Pero para realizar este plan, que es el de Dios mismo, he aquí el secreto : olvidarse, abandonarse, no buscarse a si mismo, mirar al Maestro, solamente a Él, recibir igualmente, como venidos directamente de su amor, la alegría y el dolor ; esto coloca al alma en unas alturas tan serenas… La dejo mi fe en la presencia de Dios, del Dios todo amor que habita en nuestras almas. Se lo confío: esta intimidad con El “dentro” ha sido el bello sol que ha iluminado mi vida, haciendo de ella ya como un cielo anticipado."
Misión
Carta 335 a Hermana Marie-Odile, 28 de octubre de 1906
"Quiero mandarte unas letras nacidas del alma, pues quiero que sepas que en la Casa del Padre pediré mucho por ti. Te cito en el Hogar del amor… Creo que en el cielo mi misión consistirá en atraer a las almas, ayudándolas a salir de sí mismas para unirse con Dios mediante un ejercicio sumamente simple y amoroso, y en mantenerlas en ese gran silencio interior que le permite a Dios imprimirse en ellas y transformarlas en Él."
"Si lo quieres, estoy lista…para la Iglesia"
Extracto de los recuerdos de Madre Germaine
"La Santísima Virgen estará allí. Ella le tenderá la mano. Con una Madre tan buena no tiene nada que temer.
- Sí es verdad. Janua Coeli dejará pasar facilemente a la pequeña Alabanza de gloria. Mas í Qué imprenionante el momento en que me encuentro í Qué impresionante ese más allá ! Me pareciá que hacía mucho tiempo que habitaba en él, y, sin embargo, me es desconocido… í Oh ! debemos rogar mucho por los agonizantes. De buena gana pasaría yo mi eternidad a su lado para ayudarles, pues la muerte tiene algo de aterrador… Por lo que a mí toca, a pesar de haber vivido libre de todo, me parece experimentar un sentimiento indefinible, un algo de la justicia y de la santidad de Dios. ¡ Oh, qué necesario es exhortar a los agonizantes a la confianza ! ... »
¡ Oh, Amor, Amor ! exclamó un avez, después de una crisis aguda. Tú sabes si te amo, tú sabes si anhelo contemplarte. Tú sabes también lo que padezco. A pesar de todo, si aún quieres treinta, cuarenta años, estoy dispuesta. Consume mi sustancia toda por tu gloria. Que se vaya destilando gota a gota por tu Iglesia. "
El Nombre nuevo
El Cielo en la fe, n° 44
"En el cielo de su alma, la alabanza de gloria empieza ya el officio que ejercerá en la eternidad. Su cántico nunca se interrumpe, porque vive bajo la acción del Espíritu Santo que lo obra todo en ella. Y aunqu no siempre tenga conciencia de ello, porque la debilidad de la naturaleza no le permite vivir con la mirada fija en Dios sin distraerse, esa alma está siempre cantando, está siempre adorando ; por así decirlo, se ha transformado totalmente en alabanza y en amor, apasionada por la gloria de su Dios. Seamos, en el cielo de nuestra alma, alabanzas de gloria a la Santísima Trinidad y alabanzas de amor a nuestra Madre Inmaculada. Un día, el velo caerá y seremos introducidas en los atrios eternos, y allí cantaremos en el seno del Amor infinito. Y Dios nos dará « el nombre nuevo prometido al vencedor » ¿ Qué nombre será ese ? ... Laudem gloriae."
Relato de la muerte de Isabel
Extracto de los Recuerdos de Madre Germaine
"La oímos murmurar con una voz dulce : Me voy a la luz, a la vida, al amor. Estas fueron las últimas palabras inteligibles.
La noche del 8 al de noviembre le pasó muy mal, a consecuencia de haberse unido la asfixia a los demás padecimientos. Hacia el almanecer fue calmándose la intensidad de los dolores. Tranquila y silenciosa esperaba con paz la venida de su Divino Esposo aquella virgen sabia y prudente, a quien rodeaban sus Madres y Hermanas recogidas en oración. La campana del Convento tocaba el Angelus. La Reina del Carmelo asistía, de un modo invisible a su amada hija. Esperaba su total consumación aquí abajo para introducirla en el Reino de los Cielos. Recostada sobre el lado derecho, la cabeza hacia atrás, sus grandes ojos abiertos y clavados en un punto alto por encima de nosotras, la Hermana Isabel, más bien que en la agonía, parecía estar en éxtasis. Su rostro tenía una expresión admirable de belleza. NOsotras no podíamos apartar de allí nuestras miradas. Nos daba la impresión de que la enferma estaba contemplando y los eternos collados.
En esta actitud radiante nos dejó, sin que nos fuera dado percibir su último suspiro. Todo había terminado… Nuestra dulce Alabanza de gloria no cantaba ya sobre la tierra. Nuestros corazones iban a buscarla a aquel inmenso foco de amor, al seno de los Tres, del que ella nos había dicho anteriorment : « Nada más entrar en el umbral del Paraíso me lanzaré allí como una flecha, pues una alabanza de gloria no puede tener otro puesto por toda la eternidad ».
Era la mañana de la Dedicación de una Iglesia. El 2 de agosto de 1901 nos traía a la memoria ya una de estas solemnidades. Aquel día se consagraba la Hermana Isabel, en la montaña del Carmelo, a una vida perfecta y a una alabanza de gloria. El 9 de noviembre de 1906, Dedicación de la Basílica del Salvador, subía con júbilo a la Casa del Señor, llevando sus gavillas y cantando : Gloria a Dios. El primer Oficio que se celebró en el coro, en presencia de sus virginales restos, fue asimismo el de la Dedicación de otra Iglesia : Dedicación de la Iglesia de Francia. El Oficio litúrgico de esta festividad se desarolla en torno a la Casita de Dios, que aún seguía proyectando con sus fulgores su gloria divina. "